INQUIETUDES DE LOS PADRES

¿Está mi hijo preparado para ir a un campamento?, ¿son las actividades seguras?, ¿comerá bien?, ¿nos echará de menos? ¿es demasiado pequeño?...

Cada vez son más los padres que año tras año deciden traer a su hijo a nuestro campamento de verano y es en estas fechas cuando empiezan a reservar plaza.

Si ustedes están pensando en la posibilidad de mandar por primera vez a sus hijos a nuestro campamento, seguramente lo primero que se cuestionarán es si sus hijos serán capaces de hacer frente a una experiencia nueva en la que tendrán que decir adiós por un tiempo a la familia, a la comodidad de su casa, a su comida favorita o a sus móviles, teniendo que convivir además con otros niños y compartiendo con ellos habitación.

Tras años ofreciendo campamentos, podemos decir que para la mayoría de los niños, la oportunidad de salir de casa supone un desarrollo en su madurez. Muchos niños descubren lo fuertes que son cuando consiguen estar lejos de sus padres y se prueban a sí mismos. Son los padres los que finalmente deben decidir si abrir puertas para que sus hijos cojan confianza en sí mismos y empiecen a ser autosuficientes. La ventaja que ofrecen los campamentos es que profesores y monitores les acompañan y ayudan en esta gran experiencia.

- Ser padre o estar a cargo de un menor ayuda a ver la vida desde otro punto de vista. El instinto de protección y a la vez el deseo de enseñarles a ser autosuficientes para que el día de mañana se labren un futuro, nos inquieta.

La mayoría de las personas que en alguna ocasión han tenido la oportunidad de ir a un campamento podrán decir que la experiencia ha sido única y enriquecedora ya que les ha ayudado a reforzar su identidad, así como desarrollar sus aptitudes.

- Allí van a tener la posibilidad de correr, nadar, jugar, escalar… siempre bajo la vigilancia y acompañamiento de profesores nativos y monitores titulados. Formarán equipos y aprenderán a trabajar en grupo.

- Descansarán de la tecnología y vivirán un mundo real y de emociones.

- Tomarán decisiones por ellos mismos y resolverán posibles conflictos que les puedan surgir.

- ¿Nostalgia?, por supuesto, tanto para padres como para los hijos. Los padres tienen la posibilidad de ver en las webs del camp infinidad de fotos donde se mostrará el día a día de los campers. Además, antes de la cena, podrán comunicarse con ellos por teléfono.

- Los campers también sienten nostalgia, no lo duden. A la hora de las llamadas, algunos padres se quedarán pensativos porque sus hijos apenas cuentan nada y parecen que quieren dejar el teléfono para irse, otros en cambio, escucharán encantados las cosas que han realizado durante el día y también otros tantos tendrán que mediar con expresiones como “os echo de menos”, “tengo ganas de veros”…

Los primeros días suelen ser difíciles para la mayoría de ellos, adaptarse a una nueva dinámica, encontrar compañeros con los que simpatizar… Es recomendable animarles esos días haciendo mención a que el resto de los niños están en la misma situación y sienten lo mismo. También es justo decir que para niños con otro temperamento, un campamento puede ser un estrés emocional y son los padres los que en su decisión deberán plantearse si está o no preparado para asistir.

- Sucede lo mismo con la edad, podemos encontrar niños que con 6 años se adaptan rápidamente hasta otros de 15 que no consigue disfrutar de la experiencia.

El campamento admite niños de 5 (para cumplir 6 en el año del camp) a 16 años. Algunas actividades se realizan por separado teniendo en cuenta la diferencia de edad, así como el alojamiento. Los más pequeños suelen instalarse en la Little House donde hay una habitación para monitores que les supervisan. Mientras que en las cabañas, más independientes, se albergan los mayores, también controlados desde los alojamientos de profesores y monitres.

Sólo hay que recordar las excursiones que casi todas los colegios suelen programar con una pernocta al menos, y cuántos han sido los padres que se han sentido emocionados al ver a sus hijos nerviosos y estremecidos porque van a pasar una noche fuera de casa. Esa sensación de alegría que los padres tienen al verles hacerse mayores y a la vez esa añoranza de ya no ver lo que fueron… Seguro que también muchos de ustedes rememoran esos recuerdos de cuando eran pequeños.

MIEDOS DE LOS CAMPERS

¿Echaré de menos a papá y a mamá?, ¿tendré amigos?, ¿se reirán de mí cuando hable inglés?, ¿me gustará la comida?, ¿pasaré miedo por la noche?…

- Si deciden apuntarle y es su primera vez, deberemos ir preparándole con tiempo para que se hagan a la idea. Le daremos información sobre el sitio al que van y lo que van a hacer allí mostrándoles fotos del camp

- Si nunca han dormido fuera de casa, estaría bien preparar una salida y que durmieran en casa de algún amigo o familiar.

- No es conveniente decir que ustedes le echarán de menos, es mejor reforzar con ideas positivas de lo bien que se lo va a pasar, lo mucho que va a aprender, lo mayor que se está haciendo...

- Mencionarles que conocerán a otros niños y que cabe la posibilidad de que no congenien con todos porque seguramente cada niño tenga gustos diferentes. Convivirán con otros niños con edad similar en la misma cabaña y en ocasiones tendrán que resolver disputas, repartir tareas… en definitiva, comunicarse para entenderse. En un ambiente relajado, rodeados de naturaleza, los niños hacen amigos con más facilidad. Aquí aprenderán las cualidades necesarias para reforzar esas relaciones.

- Tranquilizarles con la vergüenza de hablar inglés ya que la mayoría de los niños van a allí para aprender y compartirán clase con otros del mismo nivel y edad aproximada.

- Con respecto a la alimentación, el menú es variado y no se puede dar con el gusto de todos, habrá unas cosas que les gusten posiblemente más que otras como cuando uno come en el colegio o cuando come en casa.

Nuestro campamento puede ser una de las experiencias más inolvidables y gratificantes en la vida de un niño, donde el respeto, la honestidad y la responsabilidad serán valores que les enriquecerán como personas.

 


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